
Entre los juegos en los que me dejaba "participar" se encontraban: El Colectivo, consistía en juntar todas las sillas de la casa de mi abuela - casa en dónde vivíamos - y pagarle el boleto a Fer, el chofer - que cobraba con papelitos de colores; Volar en el Espacio, también incluía las sillas, pero ésta vez al revés, te metías entre las cuatro patas -que actuaban de comandos y botones- y en 2 minutos realmente llegabas al espacio; El Lechero, que consistía en mi hermano haciendo del mismo, con botellas vacías, y obviamente siempre cobrandonos los famosos papelitos...
Siempre fue quien estuvo ahí para salvarme de cualquier problema existencial que podría llegar a tener en el momento.. tal como: Quién podrá matar la cucaracha?, Cómo juego a este jueguito?, Se me trabó el CD en el Discman... No sé andar en bici (el tipo me enseñó con toda la paciencia del mundo, después de 12 años de negarme rotundamente... --Sisi, aprendí a los 12!--.
Y aunque hoy todo sea distinto, y no entienda todo lo que le pasa, estemos más distantes o no.. Sé que él va a tener respuesta a todo lo que tenga para preguntarle, y que va a tener la capacidad de enseñarme, explicarme o mostrarme que las cosas son más fáciles de lo que parecen...
En su mundo tan cerrado, y a la vez tan actualizado, mi hermano sigue siendo ese pilar imprescindible que era hace 15 años atrás..
No hay comentarios.:
Publicar un comentario